-La conducta humana (y en especial las indulgencias) no juegan ningún papel importante en la salvación individual, sólo la fe en Dios puede hacer que un hombre sea justo y se salve.
-Todos los cristianos son iguales. Esto lo llevó a rechazar la superioridad espiritual del Papa, de los obispos y de toda autoridad eclesiástica en general. Implicaba la supresión de la jerarquía eclesiástica, así como del celibato pues son simples fieles cuya principal función es enseñar la Palabra de Dios, no siendo necesarios ya la existencia de sacerdotes como estructura jerarquizada.
-La libre interpretación de la Biblia, aceptando tan solo dos sacramentos: la Eucaristía y el Bautismo. Además se rechazaba la veneración de todo tipo de imágenes y el papel de “intermediarios” a la Virgen María y a los santos.
A causa de esto es excomulgado y condenado a muerte al negarse a retractarse de sus opiniones, aunque se escapa gracias a la ayuda del príncipe de Sajonia. A partir de ese momento, muchos nobles y ciudades de Alemania apoyan la rebelión luterana. El emperador Carlos V intentó llegar a una solución, pero la ruptura con la cristiandad era cada vez más patente y alejaba las posibilidades de la reconciliación. Finalmente, en 1555 se estableció la Paz de Ausburgo. En ella se instauró la concordia religiosa en Alemania confiriendo a los príncipes protestantes todos los derechos episcopales: se les reconoció libertad de culto (“cuius regius, eius religio”) además, sus súbditos tenían la alternativa de aceptar la religión de su soberano o emigrar a otro territorio. Sin embargo a medio y largo plazo esta paz no solucionó todos los problemas.
La segunda reforma se origina a mediados del siglo XVI, con la figura de Juan Calvino, que al igual que Lutero, funda su doctrina en la justificación por la fe, el sacerdocio universal y la autoridad indiscutible de la Biblia, pero modifica ligeramente estos tres aspectos con una doctrina más radical. Se basa en la predestinación. Dios desde el inicio de la Creación decide quien se salva y quien se condena, no importando ni las obras ni la fe, ya que está decidido desde antes del nacimiento. De este modo imponía a sus fieles un estilo de vida parco y riguroso, fiel a las Escrituras, con una represión total de los instintos y las pasiones. Geográficamente se propagó por Alemania occidental, Francia (allí se les llamó hugonotes), Flandes, Inglaterra y Escocia.
Pero estas reformas tropezaron con una oposición católica firme en países como España y la península italiana. Este movimiento con Roma a la cabeza, más conocido como la Contarreforma, fue una reacción de defensa (no sólo doctrinal, sino a menudo violenta) frente a los postulados protestantes. Sirvió para
consolidar a la Iglesia dentro de los territorios católicos, ya que resolvió problemas denunciados por los protestantes, sin embargo la reconciliación con este sector fue imposible. Para reafirmar su posición el Papa Paulo III promovió el Concilio de Trento, con obispos italianos y españoles en su mayoría que se reunieron para establecer una postura uniforme ante la oleada de movimientos protestantes. Tras varias interrupciones y reanudaciones a lo largo de 18 años, defendieron la vigencia de los siete sacramentos, la infabilidad papal, el valor del libre albedrío y la credibilidad de la Biblia.
En síntesis, los obispos de Trento condenaron, sin ninguna consideración, al protestantismo e intentaron darle al papado mayor autoridad y credibilidad. Pero el Concilio también termina sancionando la división de la cristiandad en Europa occidental: unos europeos que siguen siendo católicos y otros que siguen el protestantismo bajo las formas luterana, anglicana o calvinista.
Fuente: Aitor Pérez Blanco (2010) "El cambio de mentalidad colectiva: renacimiento, humanismo, reforma y contrarreforma”
A causa de esto es excomulgado y condenado a muerte al negarse a retractarse de sus opiniones, aunque se escapa gracias a la ayuda del príncipe de Sajonia. A partir de ese momento, muchos nobles y ciudades de Alemania apoyan la rebelión luterana. El emperador Carlos V intentó llegar a una solución, pero la ruptura con la cristiandad era cada vez más patente y alejaba las posibilidades de la reconciliación. Finalmente, en 1555 se estableció la Paz de Ausburgo. En ella se instauró la concordia religiosa en Alemania confiriendo a los príncipes protestantes todos los derechos episcopales: se les reconoció libertad de culto (“cuius regius, eius religio”) además, sus súbditos tenían la alternativa de aceptar la religión de su soberano o emigrar a otro territorio. Sin embargo a medio y largo plazo esta paz no solucionó todos los problemas.
La segunda reforma se origina a mediados del siglo XVI, con la figura de Juan Calvino, que al igual que Lutero, funda su doctrina en la justificación por la fe, el sacerdocio universal y la autoridad indiscutible de la Biblia, pero modifica ligeramente estos tres aspectos con una doctrina más radical. Se basa en la predestinación. Dios desde el inicio de la Creación decide quien se salva y quien se condena, no importando ni las obras ni la fe, ya que está decidido desde antes del nacimiento. De este modo imponía a sus fieles un estilo de vida parco y riguroso, fiel a las Escrituras, con una represión total de los instintos y las pasiones. Geográficamente se propagó por Alemania occidental, Francia (allí se les llamó hugonotes), Flandes, Inglaterra y Escocia.
Pero estas reformas tropezaron con una oposición católica firme en países como España y la península italiana. Este movimiento con Roma a la cabeza, más conocido como la Contarreforma, fue una reacción de defensa (no sólo doctrinal, sino a menudo violenta) frente a los postulados protestantes. Sirvió para
consolidar a la Iglesia dentro de los territorios católicos, ya que resolvió problemas denunciados por los protestantes, sin embargo la reconciliación con este sector fue imposible. Para reafirmar su posición el Papa Paulo III promovió el Concilio de Trento, con obispos italianos y españoles en su mayoría que se reunieron para establecer una postura uniforme ante la oleada de movimientos protestantes. Tras varias interrupciones y reanudaciones a lo largo de 18 años, defendieron la vigencia de los siete sacramentos, la infabilidad papal, el valor del libre albedrío y la credibilidad de la Biblia.
En síntesis, los obispos de Trento condenaron, sin ninguna consideración, al protestantismo e intentaron darle al papado mayor autoridad y credibilidad. Pero el Concilio también termina sancionando la división de la cristiandad en Europa occidental: unos europeos que siguen siendo católicos y otros que siguen el protestantismo bajo las formas luterana, anglicana o calvinista.
Fuente: Aitor Pérez Blanco (2010) "El cambio de mentalidad colectiva: renacimiento, humanismo, reforma y contrarreforma”
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